La mucosa nasal.
Composición del moco nasal
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El tejido conjuntivo que lo constituye está formado por fibrillas de colágeno y elastina, incluidas en un gel a base de polisacáridos polimerizados cuyo papel fisiológico es prestar
una protección frente a los procesos infecciosos. La
colagenasa y la hialuronidasa producidas por ciertas
bacterias pueden despolimerizar este gel y disminuir su
poder protector. El epitelio de la mucosa nasal tiene
un espesor variable, ya que es del orden de 30 a 70 micras en las fosas nasales y del orden de 10 micras en los senos y realiza las funciones ciliar y secretoria. La función ciliar realizada por las células ciliares permite crear una onda de avance de adelante hacia atrás que lleva
hacia la laringe las secreciones de elementos extraños
que se depositan en la mucosa.
Esta función ciliar, que
se realiza a razón de unos 300 movimientos por minuto es esencial para la defensa de la mucosa nasal y por
ello es imprescindible mantenerla intacta. La función
secretoria produce una película de moco que asegura el
drenaje y la protección, la humidificación del aire y una
acción bactericida por acción de la lisocima. Esta función está asegurada por las células caliciformes y las
glándulas seromucosas que producen el moco.
La mucosa nasal reacciona de forma inmediata ante la presencia de elementos exógenos irritantes y da como respuesta:
a) El reflejo estornudatorio, debido a la irritación de
los filetes nerviosos.
b) Mayor permeabilidad capilar, que se manifiesta como
una mayor exudación.
c) Aumento de la actividad ciliar y abundante hipersecreción.
d) Aumento por vasodilatación de la vascularización
con obstrucción nasal por la inflamación de los cornetes de la mucosa.
Las fosas nasales tienen, por tanto, una actividad
protectora ya que con sus reacciones neutralizan la actuación de elementos exógenos y sustancias alergénicas,
que producen hidrorrea, secreción serosa abundante,
prurito nasal, estornudos, obstrucción, efectos debidos a la liberación local de histamina.
Dentro de la mucosa que tapiza las fosas nasales, se
puede diferenciar la mucosa olfativa de color amarillo
con células epiteliales de dos clases, las células de sostén
y las células sensoriales y olfatorias y la mucosa pituitalia o respiratoria, de color rojo, ricamente vascularizada
y en la que se puede diferenciar el epitelio y el corión.
La
producción de moco que producen las células caliciformes y las glándulas mucosas y seromucosas está regulada por el sistema nervioso parasimpático.
Composición del moco nasal. La composición
del moco nasal en un individuo sano es agua, en un
95%, y glucoproteína (mucinproteína).
Esta es la
responsable de la apariencia de gel del moco, y comprenden el 3% de la composición total. La alúmina,
la lisocima, los iones, las enzimas e inmunoglobulinas
completan el análisis cualitativo. Estas secrecciones
forman dos fases en la superficie epitelial: un gel
mucoso y una capa acuosa. La polimerización y la
agregación de las glicoprotenínas del moco crea una
matriz de gel. Otras moléculas como la lisocima, la albúmina y la inmunoglobulina A también pueden
participar en el proceso de la gelatinización.
Factores que afectan la integridad de la mucosa nasal
Los factores que afectan la integridad del epitelio e la mucosa nasal son:
a) Temperatura.
b) PH.
c) Humedad.
d) Concentración iónica.
La temperatura debe oscilar entre los 18 y los
33 ºC, por debajo de los 12 grados, se detiene el
movimiento ciliar.
El pH de las fosas nasales del individuo adulto
sano es de 6,4 a 6,8. Las variaciones naturales del
PH están condicionadas por los cambios de estado
físico psicopatológicos o patológicos. Hay alcalinización en el caso de rinitis alérgica y pricipalmente
después de la sinusitis. Por el contrario, las infecciones que provocan supuraciones dan lugar a acidificación. El PH retoma su valor normal al curarse el paciente. También se producen variaciones
durante el curso de las 24 horas; se produce una alcalinización durante el día, mientras que por la noche, o durante el reposo prolongado hay tendencia hacia la acidificación. La capacidad de tampón de
la secreción nasal es muy baja, por lo que la aplicación de soluciones sobre la mucosa nasal puede
modificar profundamente el PH del medio. Se ha
podido demostrar que una acidificación del medio
conduce a una parálisis del movimiento ciliar. La
zona de PH a la cual el movimiento ciliar no parece verse afectada, se sitúa entre 6,5 a 8,3, particularmente cuando el tampón utilizado es de fosfatos. Los tampones de boratos son, en general, mal
tolerados ya que poseen cierta toxicidad sobre los cilios de la mucosa nasal.
En cuanto a la humedad se refiere, los especialistas no especifican el grado hidrométrico óptimo.
Concentración iónica. Se recomienda utilizar
formulaciones hipertónicas porque procuran una
mejor aclaración mucociliar. Se cree que en un entorno ácido, el moco está en forma de gel o estado
viscoso, y en estados alcalinos está en forma de sol.
La mucosa nasal tolera mal las soluciones hipotónicas al 0,5% peso-volumen de cloruro sódico y al
0,3% peso-volumen de glucosa, respectivamente.
Alteraciones del gusto y del olfato
Dado que los distintos sabores dependen de los
aromas para estimular a los quimiorreceptores olfativos, el gusto y el olfato son interdependientes fisiológicamente y la disfunción de uno de ellos altera
el otro. Los trastornos del gusto y del olfato no
acostumbran a ser discapacitantes ni a amenazar la vida.
La anosmia o pérdida del sentido del olfato es
la alteración más frecuente. Se produce pérdida del
olfato cuando existe tumefacción intranasal, cuando
se destruye el neuroepitelio olfatorio, como sucede
en la rinitis atrófica, en las infecciones virales o en la
rinitis crónica de las enfermedades granulomatosas
y las neoplasias; o cuando el nervio olfatorio, los
bulbos, las vías o las conexiones centrales se destruyen por un traumatismo craneal, cirugía intracraneal, infecciones o neoplasias.
La anosmia es
congénita en los casos de hipogonadismo masculino. La mayoría de los pacientes con anosmia perciben con normalidad los sabores salado, dulce,
amargo y ácido, pero no pueden discriminar los sabores, ya que esta capacidad depende en gran medida
del gusto, por tanto, estos pacientes, suelen referir
pérdida del gusto (ageusia).
Si la anosmia es unilateral,
suele pasar desapercibida.
La hiperosmia, que es el aumento de sensibilidad a los olores, suele asociarse con una personalidad
histriónica o neurótica.
La disosmia ocurre cuando el sentido del olfato
se distorsiona y se asocia con infecciones de los senos nasales, lesiones parciales de los bulbos olfatorios
o depresión psicológica.
La hiposmia, que es la reducción del olfato, y la
hipogeusia, reducción del gusto, pueden asociarse
con la gripe, casi siempre de forma temporal.
La desecación de la mucosa por el tabaquismo, la
radioterapia de cabeza y cuello o la descamación de
la lengua, pueden alterar el gusto, así como diversos
fármacos (amitriptilina, vincristina). En todos los
casos se afecta de forma difusa los receptores gustativos.
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