jueves, 19 de septiembre de 2019

FISIOPATOLOGÍA DE LA NARIZ Y SENOS PARANASALES

La mucosa nasal. 

Composición del moco nasal 

Los cornetes nasales que constituyen las fosas nasales están recubiertos por una membrana mucosa muy vascularizada con una gran superficie de contacto con el aire inspirado, lo que permite que se caliente al penetrar en las fosas nasales. En la capa superficial del epitelio se pueden diferenciar células ciliadas que son células caliciformes que funcionan como glándulas unicelulares que segregan promucina que se transforma en mucina. El corión, sobre el que reposa el epitelio, contiene vasos sanguíneos y linfáticos, terminaciones nerviosas y glándulas seromucosas.


El tejido conjuntivo que lo constituye está formado por fibrillas de colágeno y elastina, incluidas en un gel a base de polisacáridos polimerizados cuyo papel fisiológico es prestar una protección frente a los procesos infecciosos. La colagenasa y la hialuronidasa producidas por ciertas bacterias pueden despolimerizar este gel y disminuir su poder protector. El epitelio de la mucosa nasal tiene un espesor variable, ya que es del orden de 30 a 70 micras en las fosas nasales y del orden de 10 micras en los senos y realiza las funciones ciliar y secretoria. La función ciliar realizada por las células ciliares permite crear una onda de avance de adelante hacia atrás que lleva hacia la laringe las secreciones de elementos extraños que se depositan en la mucosa.

Esta función ciliar, que se realiza a razón de unos 300 movimientos por minuto es esencial para la defensa de la mucosa nasal y por ello es imprescindible mantenerla intacta. La función secretoria produce una película de moco que asegura el drenaje y la protección, la humidificación del aire y una acción bactericida por acción de la lisocima. Esta función está asegurada por las células caliciformes y las glándulas seromucosas que producen el moco.
La mucosa nasal reacciona de forma inmediata ante la presencia de elementos exógenos irritantes y da como respuesta:
a) El reflejo estornudatorio, debido a la irritación de los filetes nerviosos.
b) Mayor permeabilidad capilar, que se manifiesta como una mayor exudación.
c) Aumento de la actividad ciliar y abundante hipersecreción.
d) Aumento por vasodilatación de la vascularización con obstrucción nasal por la inflamación de los cornetes de la mucosa. Las fosas nasales tienen, por tanto, una actividad protectora ya que con sus reacciones neutralizan la actuación de elementos exógenos y sustancias alergénicas, que producen hidrorrea, secreción serosa abundante, prurito nasal, estornudos, obstrucción, efectos debidos a la liberación local de histamina.
Dentro de la mucosa que tapiza las fosas nasales, se puede diferenciar la mucosa olfativa de color amarillo con células epiteliales de dos clases, las células de sostén y las células sensoriales y olfatorias y la mucosa pituitalia o respiratoria, de color rojo, ricamente vascularizada y en la que se puede diferenciar el epitelio y el corión.
La producción de moco que producen las células caliciformes y las glándulas mucosas y seromucosas está regulada por el sistema nervioso parasimpático. Composición del moco nasal. La composición del moco nasal en un individuo sano es agua, en un 95%, y glucoproteína (mucinproteína).
Esta es la responsable de la apariencia de gel del moco, y comprenden el 3% de la composición total. La alúmina, la lisocima, los iones, las enzimas e inmunoglobulinas completan el análisis cualitativo. Estas secrecciones forman dos fases en la superficie epitelial: un gel mucoso y una capa acuosa. La polimerización y la agregación de las glicoprotenínas del moco crea una matriz de gel. Otras moléculas como la lisocima, la albúmina y la inmunoglobulina A también pueden participar en el proceso de la gelatinización.

Factores que afectan la integridad de la mucosa nasal

Los factores que afectan la integridad del epitelio e la mucosa nasal son:

a) Temperatura.
b) PH.
c) Humedad.
d) Concentración iónica.

La temperatura debe oscilar entre los 18 y los 33 ºC, por debajo de los 12 grados, se detiene el movimiento ciliar. El pH de las fosas nasales del individuo adulto sano es de 6,4 a 6,8. Las variaciones naturales del PH están condicionadas por los cambios de estado físico psicopatológicos o patológicos. Hay alcalinización en el caso de rinitis alérgica y pricipalmente después de la sinusitis. Por el contrario, las infecciones que provocan supuraciones dan lugar a acidificación. El PH retoma su valor normal al curarse el paciente. También se producen variaciones durante el curso de las 24 horas; se produce una alcalinización durante el día, mientras que por la noche, o durante el reposo prolongado hay tendencia hacia la acidificación. La capacidad de tampón de la secreción nasal es muy baja, por lo que la aplicación de soluciones sobre la mucosa nasal puede modificar profundamente el PH del medio. Se ha podido demostrar que una acidificación del medio conduce a una parálisis del movimiento ciliar. La zona de PH a la cual el movimiento ciliar no parece verse afectada, se sitúa entre 6,5 a 8,3, particularmente cuando el tampón utilizado es de fosfatos. Los tampones de boratos son, en general, mal tolerados ya que poseen cierta toxicidad sobre los cilios de la mucosa nasal.

En cuanto a la humedad se refiere, los especialistas no especifican el grado hidrométrico óptimo.
Concentración iónica. Se recomienda utilizar formulaciones hipertónicas porque procuran una mejor aclaración mucociliar. Se cree que en un entorno ácido, el moco está en forma de gel o estado viscoso, y en estados alcalinos está en forma de sol. La mucosa nasal tolera mal las soluciones hipotónicas al 0,5% peso-volumen de cloruro sódico y al 0,3% peso-volumen de glucosa, respectivamente.

Alteraciones del gusto y del olfato 

Dado que los distintos sabores dependen de los aromas para estimular a los quimiorreceptores olfativos, el gusto y el olfato son interdependientes fisiológicamente y la disfunción de uno de ellos altera el otro. Los trastornos del gusto y del olfato no acostumbran a ser discapacitantes ni a amenazar la vida. La anosmia o pérdida del sentido del olfato es la alteración más frecuente. Se produce pérdida del olfato cuando existe tumefacción intranasal, cuando se destruye el neuroepitelio olfatorio, como sucede en la rinitis atrófica, en las infecciones virales o en la rinitis crónica de las enfermedades granulomatosas y las neoplasias; o cuando el nervio olfatorio, los bulbos, las vías o las conexiones centrales se destruyen por un traumatismo craneal, cirugía intracraneal, infecciones o neoplasias.
La anosmia es congénita en los casos de hipogonadismo masculino. La mayoría de los pacientes con anosmia perciben con normalidad los sabores salado, dulce, amargo y ácido, pero no pueden discriminar los sabores, ya que esta capacidad depende en gran medida del gusto, por tanto, estos pacientes, suelen referir pérdida del gusto (ageusia).
Si la anosmia es unilateral, suele pasar desapercibida. La hiperosmia, que es el aumento de sensibilidad a los olores, suele asociarse con una personalidad histriónica o neurótica. La disosmia ocurre cuando el sentido del olfato se distorsiona y se asocia con infecciones de los senos nasales, lesiones parciales de los bulbos olfatorios o depresión psicológica. La hiposmia, que es la reducción del olfato, y la hipogeusia, reducción del gusto, pueden asociarse con la gripe, casi siempre de forma temporal. La desecación de la mucosa por el tabaquismo, la radioterapia de cabeza y cuello o la descamación de la lengua, pueden alterar el gusto, así como diversos fármacos (amitriptilina, vincristina). En todos los casos se afecta de forma difusa los receptores gustativos.



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